viernes, 9 de septiembre de 2011

sin hogar

No tengo refugio, ni techo, ni ventana por donde mirar el amanecer.
Vivo entre las sombras, aferrándome a cualquier partícula de luz, abrasada por chispas de fuegos fríos que queman pero no dan calor y me dejan más sumida en la oscuridad, con llagas sangrantes.
Dicen que vendrá la luz, que me envolverá toda y guardará mis sueños con su calor.
Dicen que vendrá, aunque quizá después del invierno, después de muchos invernos.
Dicen que vendrá, que no debo apresurarla.

Pero me han prometido tantas cosas otros labios más dulces, otros ojos más profundos, otros brazos más fuertes, otra voz más suave. Todos del mismo cuerpo, uno solo, actuando por la misma alma. Y yo me dí, me dí tanto tiempo, con tanta intensidad y fuerza. Me quedé vacía de él y llena amor, sin nadie a quien darlo, sin nadie a quien le importe. Me quedé habitando un cuerpo vacío, sin calor, sin luz, sin fuerza. Y el camino de qué sirve si en él sólo encuentro otros que me drenan, toman esa intensidad y fuerza y la pisotean, dejando mi cuerpo más maltrecho... ya no puedo brillar a través de él.
¿Si yo no tengo mi propia luz cómo vas a encontrarme?
¿Dónde estás?
¿Existes? ¿Por qué me dejas sola en la sombras?

Será que lo único que siempre tendré es la oscuridad. Su frío me lleva sujeta por los antebrazos...

viernes, 2 de septiembre de 2011

Dolor

De repente deja de doler todo el tiempo. Se transforma el dolor como pasa el verano, el calor, la humedad. Se va y aún se queda grabado más adentro de la piel. Así, como las cicatrices, cuando vuelve el calor pica y no queda más que rascarse hasta que se inflama de nuevo, hasta que queda rojo y, a veces, hasta que vuelve a sangrar.
Pero hasta podría decir que ya no duele, que cuando pienso en ti, si trato de desdibujarte pronto ya casi no se siente nada.