miércoles, 5 de abril de 2023

Esperanza

Me encantaste con tus palabras, con tu actitud, con tu suavidad. Adoré cada fragmento de tu ser, cada ademán, cada línea de tu rostro, cada inflexión de tu voz. Por eso quise acercarme a ti, que me abrazaras envolviéndome con tu cuerpo y con tus brazos, quise ser tu compañera y descansar bajo tu sombra. Quise domir bajo la brisa de tu aliento, saber cada detalle de tu vida, compartir las vergüenzas que plagan toda vida auténtica. Pero esos destellos de intimidad pronto se ahogaron en abismos tan oscuros como las fauces de un monstruo. Me encontré buscándote tras puertas y ventanas que se convertían en muros. Me encontré en la soledad de desearte cada tarde. Me perdí en las horas de espera, en tus silencios, en tus ausencias aún estando presente. Y mi amor poco a poco se fue convirtiendo en una mortaja que me apretaba el pecho y me dejaba paralizada y desorientada. 
Me acerco y no estás. Me alejo y reapareces en el horizonte como un rayo de sol... Pero pronto vuelve la bruma. Y en estas tardes de soledad decido caminar en sentido opuesto, obligándome a no volver.