viernes, 25 de mayo de 2012

El sí esperado

Yo nací con ese sí.
Tengo el sí desde la cuna, de mis padres, de mi familia.
Y crecí buscando los no, la vida difícil. Pero la vida siguió empeñándose en ser dulce mientras yo la amargaba con gotas de mi propia sangre, con huellas que han quedado sobre mi piel y pesan. Ese fue el primer gran no que me di yo.
Los hombres que he querido me dieron ese sí, mi hermano desde el primer momento en que lo vi, mi padre desde el principio con dureza y suave y dulcemente más tarde, dos que tres amigos. Un primer hombre ajeno me dio un sí y luego me lo arrebató. Fue un sí tan cruel y amargo, tan duro que...
Su partida también fue un sí.
Y es un sí estar tan lejos de mi patria aún queriendo estar allá y fue un sí haber estado en casa de mis padres cuando quería estar fuera. Es un sí tener lo que no quiero, tener sin pedir lo mejor, lo más preciado y poder darle valor poco a poco, a la distancia, con ayuda del tiempo.
Es un sí mi familia a la que empeñé en decirles que no y que siempre se mantuvieron firmes en su sí, todos y cada uno sin titubear.
Y es un sí lo que tengo ahora, lo que se fue, lo que aún no viene. Y es un sí lo que espero, lo que deseo, lo que pido aunque no venga nunca. Es un sí sentir esa necesidad de nuevo.
Y será un sí lo que tenga que ser.
La suerte está echada.

Gracias Rudy.