viernes, 21 de enero de 2011

Me recuerda a ti

La piel, la nariz, los labios, lentes y una cierta forma de mirar tras de ellos. Una manera de ser y un olor. Me sentí cercana a él desde el principio. Se sentó a mi lado y conversé como hablando contigo. Le pregunté de su vida, de sus gustos, de las razones que lo habían traido a ese momento y a ese lugar y sentí que me contestabas tú todas esas cosas que viniendo de tí serían un cuento loco. Quise tomarlo del brazo y caminar bajo la noche más brillante por sus luces, por el piso mojado del hielo de la madrugada formado por la nieve derretida del día anterior. Sólo me imaginé tomada de tu brazo -como nunca he estado-.

domingo, 2 de enero de 2011

Carta II

La tarde, la noche, de nuevo la tarde y la noche han sido largas esperando tu respuesta. Creo que responderás con palabras de calma, de amor pero con la esperanza que no tienes y con las fuerzas que te faltan. Te estás rindiendo, lo puedo sentir. Y yo que desde hace tiempo tenía la seguridad de que vendrías por mí, hasta acá, tras mares y montañas. Sólo yo sé que puedes, pero quizá no merezco ese esfuerzo, aunque estoy segura que hubiéramos sido muy felices después. Tan felices como lo que nos conocemos tras más de siete años, cerca y lejos y siempre tan limitados, tan temerosos, tan pobres. Yo he soportado tanto... todas esas limitaciones, miedos y pobreza son tuyos. Y mi amor de verdad creció sobre y a pesar de todo ello. Yo también tengo mis defectos y tú los sabes desde el principio. También has soportado tanto, quizá por eso ya no puedes más.

¿Qué vas a hacer tan lejos y tan solo? ¿Qué haré yo? Yo sé que haré lo mismo, seguir viviendo, conocer nuevos lugares, gente, caminos y lo de siempre, pero ahora sola. Ahora sin tener que esperar a que vengas, sin tener que apurarte, empujarte, jalarte, gritarte para que te muevas. Te amo tanto, pero debo decir que tardaste demasiado y es tu culpa que estemos llegando a esta conclusión.