viernes, 29 de julio de 2011

Pequeña carta de agradecimiento y redención

Quisiera decirte que por ti el sol vuelve a despertarme en las mañanas, que vuelvo a levantarme de la cama y que he dejado de soñar sueños agitados que no dan reposo. Quisiera contarte que ocupando mi cuerpo apaciguaste mi alma, que al estar ahí sólo en los momentos de calor has aliviado el frío del resto de las horas.
No sabrás nada de eso pues al fin te es indiferente, tanto como yo y mis historias. Juntos no somos dos sino cada uno y lo que buscamos, lo que no podemos encontrar solos, lo que encontramos juntos pero guardamos cada uno para sí.
¿Cómo nos encontramos? Mi aliento frío me delataba en medio del calor del verano y viniste a mí entre sueños. Recuerdo la primera vez que te miré a lo ojos bajo la lámpara incandescente de mi cuarto. Vi dos cristales negros sin fondo, sin principio, vacíos para mi. No fueron espejo ni abismo ni mar ni cielo ni luz. No fuiste más que tú como cuerpo y carne y nada más. Yo tampoco soy más que eso.
Tras la insaciable búsqueda te sigo mirando ya sin buscar nada. Sólo te observo de cerca, despacio. Huyes creyéndote descubierto. Pero no busco nada en ti más que lo que me das sin preguntar. No puedo ver nada en ti más que tu piel y esos dos critales negros que miran sir ver, que no me llevan a ningún sitio, pero que me han devuelto la luz.

martes, 19 de julio de 2011

Vino el tifón

Días y tardes pensando en ti. En las noches me olvidaba de todo y no existía el tiempo ni el mundo, sólo la soledad era real. De día soñaba contigo. Cercano y lejano. Eras un sueño en qué entretenerme, un personaje para mis historias secretas, tan real como los sueños, intangible entre las sábanas vacías. Te imaginaba y deseaba mis pensamientos volaran a ti, entre las grietas de las paredes y hasta tu cuarto desconocido. Predije tu forma de besar y tus reacciones antes de experimentarte.

Todo se volvió real de repente, sin esperarlo, sin estar preparada.

Lo que soñé tantas veces sucedió y entonces no pude con ello, me sobrepasó. Llegaste de golpe como un río que me inunda tras los chubascos que acompañan al tifón. Me escondo tras de mi misma como una niña asustada. No puedo dominarme ni a ti y... ¿y después qué vendrá?. Me quedaré yo sola como al princpio, más sola quizá.

Y tus besos, ¿quedarán grabados en mi piel o se lavarán con lágrimas que vendrán?

No hasta que no pueda creer en ti, dije. Creer que puedes llevarme un poco en la piel. Quiero descubrir motivos en tu sin motivo. Ver más allá de que somos humanos y sentimos. O quizá creer en mi y en que puedo con eso sin caer de nuevo en la nada.

....

No esperes nada más que el momento mismo, me dijeron. No esperaré grabarme en tu piel sino esperare cada nuevo beso, cada sorpresa. Buscaré dejarme llevar, dejar correr mis manos entre tus caudales, sentirme inundada en tu fuerza aunque tus ríos no me lleven al mar. Iré por rápidos entre montañas tras tantos años de navegar por canales pacíficos y estancados que corrían bajo la luz de un eterno sol del atardecer.

Voy por tus nuevos sabores, tu forma de mirar sin verme realmente, por tu piel. Siento el vértigo adelantado de todo lo que podría venir, pero voy poco a poco y aún así completa. Intentaré cerrar los ojos y dejarme caer en tus cataratas, si tienes la fuerza de llevarme a ellas.