martes, 19 de julio de 2011

Vino el tifón

Días y tardes pensando en ti. En las noches me olvidaba de todo y no existía el tiempo ni el mundo, sólo la soledad era real. De día soñaba contigo. Cercano y lejano. Eras un sueño en qué entretenerme, un personaje para mis historias secretas, tan real como los sueños, intangible entre las sábanas vacías. Te imaginaba y deseaba mis pensamientos volaran a ti, entre las grietas de las paredes y hasta tu cuarto desconocido. Predije tu forma de besar y tus reacciones antes de experimentarte.

Todo se volvió real de repente, sin esperarlo, sin estar preparada.

Lo que soñé tantas veces sucedió y entonces no pude con ello, me sobrepasó. Llegaste de golpe como un río que me inunda tras los chubascos que acompañan al tifón. Me escondo tras de mi misma como una niña asustada. No puedo dominarme ni a ti y... ¿y después qué vendrá?. Me quedaré yo sola como al princpio, más sola quizá.

Y tus besos, ¿quedarán grabados en mi piel o se lavarán con lágrimas que vendrán?

No hasta que no pueda creer en ti, dije. Creer que puedes llevarme un poco en la piel. Quiero descubrir motivos en tu sin motivo. Ver más allá de que somos humanos y sentimos. O quizá creer en mi y en que puedo con eso sin caer de nuevo en la nada.

....

No esperes nada más que el momento mismo, me dijeron. No esperaré grabarme en tu piel sino esperare cada nuevo beso, cada sorpresa. Buscaré dejarme llevar, dejar correr mis manos entre tus caudales, sentirme inundada en tu fuerza aunque tus ríos no me lleven al mar. Iré por rápidos entre montañas tras tantos años de navegar por canales pacíficos y estancados que corrían bajo la luz de un eterno sol del atardecer.

Voy por tus nuevos sabores, tu forma de mirar sin verme realmente, por tu piel. Siento el vértigo adelantado de todo lo que podría venir, pero voy poco a poco y aún así completa. Intentaré cerrar los ojos y dejarme caer en tus cataratas, si tienes la fuerza de llevarme a ellas.

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